Un informe del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) revela que 44 millones de personas sufren hambre en América Latina y el Caribe, a pesar de que la región es una de las mayores productoras de alimentos del mundo.
El estudio señala que eliminar el hambre en el 70 % de los países de la región demandaría una inversión adicional de menos del 1 % de su Producto Interno Bruto (PIB). En el 30 % restante, compuesto por ocho países, el promedio de inversión necesario asciende al 3,59 %, siendo Haití el caso más crítico con un 13 %.
El informe, elaborado por Eugenio Díaz-Bonilla (IICA) y Tewodaj Mogues (FMI), propone mejorar la focalización del gasto social y reasignar subsidios regresivos como estrategias viables de financiamiento. “Muchos países podrían erradicar el hambre a un costo adicional relativamente bajo”, aseguró Díaz-Bonilla. Sin embargo, advirtió que se requiere voluntad política para priorizar esta inversión y adaptar las cifras según las necesidades de cada país.
Además, los recientes informes de organismos de la ONU destacan que América Latina y el Caribe están altamente expuestas a eventos climáticos extremos —sequías, inundaciones, tormentas— que afectan la producción agrícola, interrumpen cadenas alimentarias y elevan el precio de los alimentos. Se estima que el 74 % de los países de la región enfrentan ese tipo de fenómenos con frecuencia, lo que pone en riesgo los avances contra la desnutrición.
Por otro lado, aunque en los últimos años se han registrado retrocesos en el hambre: en 2023 se estimaron 41 millones de personas afectadas, una reducción de 2,9 millones con respecto al año anterior, el progreso es desigual entre subregiones
En el Caribe la incidencia es mucho mayor, y Haití enfrenta una crisis agudizada con más de 5,7 millones de personas en inseguridad alimentaria crítica, mientras que en algunos países de Suramérica se han observado descensos importantes en la hambruna.
En suma, la erradicación del hambre en Latinoamérica no es una utopía técnica o financiera: depende de la decisión política, la eficiencia en el gasto social y de políticas que hagan frente simultáneo a la desigualdad y al cambio climático. Solo con acciones coherentes y sostenidas podrá transformarse el derecho a la alimentación en realidad para millones de personas en la región.
Por: Nairoby Ureña